Crecimiento y desarrollo del niño, Tartamudez en la infancia

Crecimiento y desarrollo del niño, Tartamudez en la infancia

Tartamudez en la infancia

La tartamudez es una alteración de la fluidez normal del habla que dificulta la comunicación social. Es una de las consultas más frecuentes del desarrollo del lenguaje en el niño. De hecho, afecta a aproximadamente uno de cada 100 escolares. Se dan más casos entre niños que en las niñas, en una proporción 3:1, y la edad de inicio se sitúa entre los 2 y 5 años, coincidiendo con la consolidación del lenguaje.
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LO QUE DEBES SABER
  • Entre el 65 y 86% de los problemas de fluidez desaparecen espontáneamente en los dos años posteriores a su aparición.
  • La falta de fluidez en el habla, las muecas o encogimiento de hombros, y los sentimientos de frustración, ansiedad o vergüenza, son síntomas de la tartamudez.
  • Para ayudar al niño, debemos evitar corregirle constantemente, darle confianza, estimular el lenguaje y la articulación de palabras mediante canciones, y actuar como ejemplo.
¿Pseudotartamudez?

Hay que diferenciar entre tartamudez y pseudotartamudez. Se habla de tartamudeo cuando el niño repite las sílabas, los sonidos, las palabras o las frases enteras, o bien cuando titubea para empezar a hablar. En cambio, la pseudostartamudez se da alrededor de los dos años cuando el niño simplemente repite las palabras que acaba de aprender y que todavía le resultan demasiado complicadas.
Muchos de los problemas de fluidez (entre el 65 y el 85%) desaparecen espontáneamente, sin tratamiento, en los dos años posteriores a su aparición, pero entre el 20 y el 50% de estos problemas iniciales pueden continuar hasta la edad adulta.
 
¿Cuáles son las causas?
Lo más frecuente es que la tartamudez sea un trastorno de tipo emocional o relacional, que se manifiesta en la comunicación verbal y se ve agravado o mejorado según el estado emocional del niño. Cuando se equivoca, el niño intenta controlarse y corregirse, pero cuanto más se controla, peor se expresa, aumentando sus tartamudeos.
¿Cómo detectarlo?
Los síntomas de la tartamudez son los siguientes:
  • Falta de fluidez en el habla: interjecciones, prolongaciones, repeticiones (de sonidos, sílabas, palabras o grupos de palabras) o bloqueos.
  • Subidas bruscas del tono de voz.
  • Alteración funcional de la respiración y tensión en los músculos de los órganos fonatorios: boca, laringe, cara…
  • Movimientos anormales asociados: muecas, inclinaciones de cabeza, golpes con el pie o encogimiento de hombros
  • Cambios en la velocidad del habla.
  • Taquicardia y/o temblores.
  • Sentimientos de frustración, ansiedad o vergüenza.
¿CÓMO ACTUAR?
Lo que sí hay que hacer…
  • Dedicar todos los días 15 o 20 minutos para hablar con el niño: ver/leer algún cuento juntos o hacerle comentarios sobre lo que el adulto ha hecho a lo largo del día son maneras de conversar con el niño de forma agradable, sin prisas y demostrándole que se disfruta hablando con él/ella.
  • Fomentar un clima de comunicación en la familia: este clima tiene que ser agradable y distendido, sin acribillar a preguntas al niño ya que podría sentirse como puesto a prueba o pasando un examen.
  • Hablar con el niño sin corregirle constantemente si se equivoca: de este modo, él gana en seguridad y confianza. Es mejor contestar a lo que ha preguntado de forma correcta, con una buena dicción y despacio, que corregir sus errores. Debemos de ser modelos a imitar del habla que queremos que presente el niño.
  • Prestar más atención a lo que dice que a las faltas de fluidez: no hay que mostrar preocupación ni desaprobación cuando se produzca una falta de fluidez.
  • Estimular el lenguaje y la articulación de palabras mediante canciones y trabalenguas: es una manera divertida de aprender.
  • Hablar despacio y con pausas: el niño podrá imitarnos y, además, si le hablamos despacio, tendrá más tiempo de entender lo que le estamos diciendo y podrá elaborar más fácilmente su respuesta.
  • Esforzarse por entender al niño evitando que lo repita todo muchas veces.
  • Dar al niño todo el tiempo que necesite para hablar, estableciendo contacto visual: hay que esperar a que termine de hablar, sin mostrar impaciencia.
  • Hablar con frases cortas y sencillas, adecuadas al nivel de madurez del niño: para ello, podemos fijarnos en el número de palabras por frase que dice normalmente el niño y emplear un número similar en nuestras frases hacia él.
  • Desdramatizar la situación: si el niño es consciente de su tartamudez, debemos asegurarle que no es nada grave y que con el tiempo mejorará.
  • Reforzar positivamente: mostrar alegría cuando habla con fluidez y felicitarlo por los logros conseguidos.
Lo que no hay que hacer...
  • No etiquetar al niño de “tartamudo”: no tiene que sentirse distinto por su tartamudez pero sí tiene que reconocer que existe una dificultad en el habla.
  • No prestar demasiada atención al problema: de este modo, evitamos que el niño se angustie, se ponga nervioso y tartamudee más.
  • No interrumpir cuando el niño hable ni completar sus frases.
  • No decirle que hable más despacio. 
  • No darle consejos en el momento que cometa errores: comentarios como “habla despacio”, “tranquilo” o “respira” mientras el niño está intentando expresarse pueden generarle más nerviosismo y angustia. 
  • No reírse nunca de él.
  • No obligar al niño a exhibir sus progresos ante gente y no presionarle para que hable con otros adultos cuando no quiera hacerlo: hablar bajo presión puede dificultar la fluidez.

ACUDIR AL PEDIATRA SI...
  • La tartamudez persiste más allá de los cinco años.
  • Se acompaña de muecas o tics.
  • Si en la familia hay antecedentes de tartamudez en la edad adulta.
  • Si no dice palabras a los 18 meses ni frases a los dos años y medio.
¿Tiene tratamiento?

La tartamudez puede producir un sufrimiento intenso en los niños que la padecen. Incluso, en sus formas moderadas o ligeras, los niños tartamudos necesitan apoyo y ayuda en los tres aspectos del problema: habla, emocional y social.
El tartamudeo evolutivo es transitorio y no necesita tratamiento. A partir de los cinco años puede superarse o no mediante el tratamiento de un logopeda o un psicólogo. La intervención terapéutica debe abarcar aspectos de fluidez, psicológicos y sociales; y debe incluir a la familia, a los tutores y a los compañeros de clase, además del propio niño.
El objetivo del tratamiento es disminuir en la medida de lo posible el tartamudeo y evitar las consecuencias negativas en el habla, en la comunicación, en los aspectos emocionales y sociales.
La erradicación total del tartamudeo es posible en algunos casos. En otros, el objetivo es disminuirlo para conseguir que el niño acepte su tartamudeo y consiga comunicarse eficazmente.
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